El Museo de Málaga, dependiente de la Consejería de Cultura y Deporte, acoge hasta el próximo 21 de septiembre la exposición ‘Con el corazón en la mano. Anatomía y juicio’, una muestra colectiva, en la que veinte artistas andaluces o vinculados a la región han sido invitados a participar, a través de 70 obras originales de pintura, dibujo, escultura, instalación, vídeo, fotografía o performance, en un recorrido del arte contemporáneo andaluz.
Al acto de presentación ha acudido el secretario general de Innovación Cultural y Museos, José Ángel Vélez, la directora del Instituto Andaluz de Artes Plásticas y Visuales, Lorena Codes, y la directora del Museo de Málaga, María Morente, además de buena parte de los artistas participantes.
Comisariada por Fernando Castro Flórez, la propuesta expositiva, impulsada por el Instituto Andaluz de Artes Plásticas y Visuales, gestionado a través de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, propone “ofrecer una perspectiva nada dogmática sobre una serie de artistas con trayectorias contrastadas en campos creativos diversos, que no pretende en ningún caso realizar una fotografía estática de lo que sucede artísticamente en Andalucía, sino mostrar una serie de itinerarios singulares del arte hecho por andaluces”, explica Castro.
Con esta primera colectiva, la Consejería de Cultura y Deporte, tal y como ha explicado José Ángel Vélez, inicia “un programa de exposiciones que explorará el arte contemporáneo hecho desde Andalucía para el mundo a través de la mirada de los expertos y comisarios más relevantes de nuestro país”. De esta forma, ‘Con el corazón en la mano. Anatomía y juicio’ indaga en una serie de artistas con trayectorias fecundas y contrastadas, en un recorrido de autor que pone de relieve la riqueza de la creación contemporánea en Andalucía.
Por su parte, Lorena Codes, apuntó que “vendrán otras que incidirán en perspectivas diferentes, generaciones y disciplinas variadas, e incluso iniciaremos un recorrido en otros territorios, fuera de Andalucía”.
En esta muestra participan Ángeles Agrela, Jesús Zurita, Santiago Ydáñez, Abraham Lacalle, Mar García Ranedo, María Cañas, Cristina Mejías, Nacho Criado, Juan Francisco Casas, Verónica Ruth Frías, Marina Vargas, Javier Garcerá, Paco Pomet, María Ángeles Díaz Barbado, Elo Vega, Pilar Albarracín, Fernando Baena, Cintia G. Reyes, Isidro López-Aparicio y Carlos Aires.
‘Con el corazón en la mano’ hace alusión al cuadro ‘Una autopsia’ (‘Y tenía corazón’) de Enrique Simonet, una de las joyas de la pinacoteca malagueña cedida por el Museo del Prado, que representa la escena de un médico que sostiene en la mano el corazón de una mujer a la que acaba de practicar la autopsia. A juicio del comisario, los autores de la muestra de algún modo poseen actitudes ‘anatomistas’ del proceso artístico.
La exposición: temas y obras
Una veintena de artistas, diez mujeres y diez hombres, componen esta muestra que exhibe más de setenta obras, algunas de ellas realizadas específicamente para el proyecto, como las de Jesús Zurita, Cintia G. Reyes, Abraham Lacalle, Paco Pomet y Marina Vargas.
La exposición arranca con una versión de ‘Y tenía corazón’, de Santiago Ydáñez y María Ángeles Díaz Barbado, junto a una pieza de Nacho Criado, el único artista fallecido de la muestra, Premio Andalucía de las Artes y un gran exponente del arte conceptual. La fotografía performativa ‘Nada que apoyar, nada que soportar, nada que soportar’, funciona -a modo de preámbulo- como una declaración de intenciones de lo que se presenta: un recorrido que en ningún caso puede ser cerrado, que sólo ofrece interpretaciones parciales apasionadas desde una serie de perspectivas hermeneúticas en la que no se le ofrece al espectador ningún dogma”.
A continuación, la exposición se vertebra con un hilo conductor que toma el pulso a lo contemporáneo en Andalucía a través de obras que, o bien abundan en una actitud anatomista del proceso artístico, o bien aportan referencias explícitas a los clásicos o los tópicos de la historia del arte, a modo de versión o diversión. Así, por ejemplo, la visión nocturna de María Ángeles Díaz Barbado recuerda a los animales que rodean al famoso grabado de Goya ‘El sueño de la razón produce monstruos’. En el caso de María Cañas, Verónica Ruth Frías o Marina Vargas, sus piezas realizan lecturas de obras reconocidas y reconocibles, pero en una clave contemporánea y feminista. Ángeles Agrela ofrece un gabinete de pintura clásica a la manera del tesoro desbordado, levantando la piel a los retratos renacentistas, preguntándose qué hay debajo de los planteamientos superficiales de la historia de la pintura.
Las referencias a la circulación sanguínea y la anatomía en general están muy presentes en la muestra, bien sea de forma explícita como en la obra de Carlos Aires, realizada con sangre del artista, bien a través del rojo que cubre las naturalezas muertas de Javier Garcerá, el músculo envolvente del corazón creado ex profeso de Jesús Zurita, o el montaje de Fernando Baena, que a través del residuo o la reinstalación de una performance en cuatro actos que realizó en el Espacio Cruce en Madrid explora, a modo de lección de pintura, la “vera icon” (el verdadero icono), el paño de la Verónica, es decir, una de las cuestiones centrales en la historia de la pintura: el velo, la función del velo.
También en la capilaridad de los detalles de la pieza de Mar García Ranedo, que nos muestra lo que nos define a través de la fragilidad de la epidermis, o la riqueza de matices del bolígrafo de Juan Francisco Casas y su reinterpretación de Artemisia Gentileschi.
Diseccionar, abrir, mostrar el interior como concepto, es lo que hace la pieza instalativa y pictórica de Isidro López Aparicio (iLA), que alude a la revelación que se da cuando abrimos algo y nos encontramos con la interioridad de los cuerpos, no sólo en clave física o biológica, sino también en un sentido poético materialista. Aquí aparece la revelación del sustrato económico de nuestra existencia. Este aspecto está también presente en la obra de Paco Pomet, quién además de mostrar a un ejecutivo aplastado por la masculinidad y el poder en la pieza principal, ofrece un lúdico corazón de neón sostenido por los brazos de dos mujeres, realizado específicamente para la muestra.
Este tópico, el de la veladura, es decir, lo que se intuye pero no se ve, está también presente en la obra “site especific” de Cintia G. Reyes, que utiliza el pretexto visual de la ventana de la obra de Simonet para ofrecer una delicada pieza que habla de lo que está pero no está, en una especie de vida silente. La misma impresión deja la imponente pieza de Cristina Mejías, realizada con madera de guitarras -su hermano es lutier- y que funciona como un enorme telón, una especie de velo de algo que es al mismo tiempo pintura, escultura e instalación, pero que tiene una alusión a la cuestión de la musicalidad o que hace que en el espectador algo resuene o que suene de una manera diferente a lo habitual.
Del mismo modo, en una pieza de espíritu clásico pero estética contemporánea, Abraham Lacalle, muestra un bosque con un perro que recuerda al mundo de Diana y Acteón, una invitación a la cacería visual, a la curiosidad de la mirada, al desvelamiento de otras posibilidades de relación que nos ofrece la naturaleza frente al tiempo artificial que vivimos.
Pilar Albarracín vuelve a la visión feminista a través de una mandala realizado con ropa interior femenina y cuestiona también los clichés de la cultura andaluza en su videoinstalación “Prohibido el cante”, con un finísimo y sarcástico sentido del humor.
La exposición se cierra con tres piezas capitales: “Y tenía razón”, de Elo Vega, una lectura también feminista de la obra de Simonet a través de Barbara Kruger y su pieza “No radio” junto al vídeo de la performance que se realizó en torno a la pieza original en las propias salas del Museo de Málaga; y dos obras de gran formato de Santiago Ydáñez que ofrecen visiones de la obra de Simonet: sus lecciones de anatomía con Ramón y Cajal, y la versión ampliada del propio original.