jueves, 1 mayo 2025

Abre el Parque de la Memoria de Benamahoma

Diputación participa en la creación de este espacio, donde se han inhumado los restos de 68 víctimas de la represión franquista

Entre los años 2017 y 2019, en tres campañas financiadas por el Servicio de Memoria Histórica y Democrática de la Diputación de Cádiz, se recuperaron los restos óseos de 68 personas que se agolpaban en 19 fosas comunes bajo la superficie del antiguo cementerio de Benamahoma. Este mismo lugar luce ahora diferente. En el verano de 1936, tras el golpe de Estado, las tropas sublevadas contra la Segunda República, los miembros de la centuria falangista Los Leones de Rota -con Fernando Zamacola al frente- y el responsable del puesto de la Guardia Civil convirtieron este enclave en un lugar de ejecución donde fueron fusilados no sólo paisanos de Benamahoma o de Grazalema, sino también vecinos que habían sido detenidos en poblaciones limítrofes de Prado del Rey, Villamartín o El Bosque. Desde el 30 de abril de 2025 este rincón, de ominoso pasado, se abre y presenta como el Parque de la Memoria de Benamahoma.

En el acto que ha formalizado esta conversión del espacio -como lugar de memoria, reflexión y recuerdo de las personas represaliadas- han intervenido el alcalde de Grazalema, Carlos García Ramírez; la delegada de Alcaldía en Benamahoma, Mamen Fernández; la vicepresidenta y responsable de Memoria Democrática en la Mancomunidad de la Sierra de Cádiz, Ana Medina; la representante de familiares de víctimas, AFACO, Eli González Calvillo; y David Doña, en representación del Servicio de Memoria Histórica y Democrática de Diputación. El ex alcalde de El Bosque, Antonio Ramírez, leyó un emotivo texto dedicado a los vecinos de su localidad que fueron ejecutados tras el golpe de Estado de 1936; en su exposición se detuvo en los testimonios que refieren la detención de Fernando Carretero Moscoso. Entre el público, congregado en esta apertura del Parque de la Memoria, escuchaba este relato María Carretero Jiménez, bosqueña de 93 años, una de las tres hijas de Fernando; y junto a María también participaba en este acto Ana Zapata Casanova, de 90 años, vecina de Villamartín y quien sólo tiene constancia de sus padres -Juana y Manuel- por lo que le transmitió oralmente su familia ya que ambos fueron ejecutados siendo ella muy niña. Tras estas intervenciones, Sara Díaz y Nur Ramírez protagonizaron el epílogo musical de la ceremonia.

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Parque de la Memoria_Ana Zapata y Maria Carretero

(Foto: Ana Zapata y María Carretero)

Con el Parque formalmente presentado se procedió a la inhumación de los restos óseos de las 68 personas recuperadas desde las fosas. Todos están localizados en nichos por si alguno de los análisis de identificación, encargados a la Universidad de Granada, establece concordancia genética con los familiares a los que se tomaron muestras de ADN. En el depósito de las diferentes cajas participaron familiares de víctimas, vecinos de la Sierra y representantes de entidades memorialistas. En este proceso ha intervenido Jesús Román, coordinador del equipo científico que localizó las 19 fosas, individualizó los restos de cada persona, resolvió el estudio antropológico de cada víctima y tomó las muestras de saliva de los posibles familiares para que, en el laboratorio de identificación, se verifique si hay concordancia genética. Junto a Román también participaba, en esta fase final de un largo proceso, Antonio Domínguez, miembro de un equipo científico en el que también se incluyen Juan Manuel Guijo, Raquel Lacalle y Antonio Ortega. Jesús Román tuvo palabras de recuerdo hacia Carlos Perales, responsable técnico del Servicio de Memoria de Diputación hasta su fallecimiento en 2018, por su impulso decisivo en la búsqueda de las personas represaliadas de la Sierra.

Parque de la Memoria_panel que explica donde se hallaba una de las fosas

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(Foto: Indicación del lugar donde se hallaba una de las fosas)

Entre las 68 personas recuperadas de las fosas de Benamahoma hay, al menos, tres mujeres. La mayor parte de las víctimas se sitúan entre los 30 y 45 años de edad. Uno de los restos se corresponde con un adolescente, de unos 16 años, y otras cinco osamentas son de jóvenes que apenas superan la veintena.

La Diputación de Cádiz, además de financiar las intervenciones que propiciaron la localización de las fosas, la recuperación y el estudio antropológico de los restos, también ha contribuido a la creación del nuevo Parque de la Memoria. De hecho, y a través de dos convenios suscritos por la presidenta, Almudena Martínez, y el alcalde de Grazalema, Carlos García Ramírez, la institución provincial ha destinado a este fin 37.500 euros. Con esta cobertura económica se ha creado un espacio donde se recuerda a las víctimas. Se cuenta lo que sucedió a través de paneles explicativos y se indican los lugares donde estaban los enterramientos.

Parque de la Memoria_Jesus Roman y su hija junto a Antonio Dominguez

(Foto: Jesús Román y su hija con Antonio Domínguez)

El Parque comprende un camino de tierra, con flores y plantas, bancos revestidos de piedra y un renovado emplazamiento donde destaca un conjunto escultórico que agrupa varias estelas o siluetas de personas. En este proceso transformador también han participado el Ayuntamiento de Grazalema, la Mancomunidad de la Sierra de Cádiz y la Federación Española de Municipios y Provincias. El vicepresidente segundo de Diputación y responsable de su Servicio de Memoria Histórica y Democrática, Javier Vidal, ha defendido la necesidad de asentar estos lugares de memoria y fomentar su vertiente pedagógica, sobre todo para las generaciones más jóvenes. Diputación, además de intervenir en el Parque de la Memoria de Benamahoma, también participa actualmente en el espacio de memoria que quiere implantar el Ayuntamiento de Trebujena en el patio del cementerio donde se hallaron 14 fosas con los restos de 76 personas.

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Hace casi 90 años Benamahoma, Las Huertas, fue un lugar de ejecución. Los detenidos eran fusilados en el muro que delimita la plaza de toros y la Iglesia de San Antonio. Los cadáveres eran transportados, por delante de la sede parroquial, hasta el contiguo cementerio y arrojados en fosas comunes. Cuando años más tarde se abrió el nuevo cementerio se trasladaron las tumbas y los nichos, pero las fosas quedaron bajo tierra.

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