Entre los rincones más emblemáticos del casco antiguo de Sanlúcar de Barrameda se encuentra el Arquillo de Rota, una estructura modesta en tamaño, pero cargada de historia y simbolismo. Conocida también como Puerta de la Fuente o Puerta Santa, esta entrada formaba parte de la antigua muralla que protegía la ciudad y la conectaba con la vecina localidad de Rota.
Fue mandada construir por Alonso Pérez de Guzmán, “El Bueno”, figura clave en la historia sanluqueña y andaluza, que dejó su impronta en varias construcciones defensivas del entorno. A través de este paso accedían viajeros, comerciantes y vecinos al arrabal que, a partir del siglo XVI, creció en torno a esta zona extramuros.
Aunque el arco actual es una recreación del siglo XX basada en el diseño original, mantiene su ubicación y se ha consolidado como uno de los símbolos patrimoniales de la ciudad. Es, además, un punto de referencia habitual en la vida cultural y religiosa de Sanlúcar, ya que muchas cofradías lo atraviesan durante la Semana Santa, dotándolo de una carga emocional especial para vecinos y visitantes.
Más allá de su valor arquitectónico, el Arquillo de Rota se ha convertido en testigo silencioso del paso del tiempo, de las leyendas locales y de la evolución urbana del municipio. Su nombre evoca el vínculo histórico entre Sanlúcar y Rota, dos localidades unidas por la costa, el comercio y la historia común.
Hoy, quienes pasean por el centro histórico pueden encontrar este arco junto a calles estrechas, casas encaladas y plazuelas con encanto, en un entorno que mantiene la esencia de la Sanlúcar antigua. En él, la piedra y el silencio dialogan con la memoria.
Pasear bajo el Arquillo es cruzar un umbral simbólico que conecta pasado y presente, donde cada detalle recuerda que la historia no siempre se guarda en museos: a veces está ahí, al aire libre, esperando ser descubierta.