martes, 15 julio 2025

Cómo reconocer el auténtico langostino de Sanlúcar

Bigotes largos, cola azul y textura firme: las claves para identificar al rey del mar sanluqueño

El langostino de Sanlúcar es uno de los productos más emblemáticos del litoral gaditano y, sin duda, uno de los grandes embajadores gastronómicos de la ciudad. Su fama traspasa fronteras, pero no todos los langostinos que se ofrecen bajo ese nombre son realmente autóctonos. Reconocer el auténtico langostino de Sanlúcar es clave para saborearlo como merece, y aquí te explicamos cómo hacerlo.

La primera característica que lo delata está en sus bigotes. El langostino sanluqueño presenta bigotes largos, gruesos y resistentes. Si se tiene la oportunidad de cogerlos por esa parte, se notará su firmeza, un signo claro de su frescura y origen.

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Otro rasgo distintivo se encuentra en el lomo, donde se aprecian manchas tenues y poco marcadas. A diferencia de otros ejemplares, que pueden presentar pigmentaciones más oscuras o definidas, el langostino sanluqueño mantiene una tonalidad más suave y homogénea.

Pero el detalle que más llama la atención, sobre todo en crudo, es el color de la cola, que presenta un tono azulado característico. Esta tonalidad se transforma al cocerse, adquiriendo el color rosado tradicional, pero su peculiaridad se mantiene en textura y sabor.

Criado en las aguas próximas a la desembocadura del Guadalquivir, entre marismas y esteros, este marisco posee un sabor fino, delicado y ligeramente dulce, resultado del ecosistema único en el que se desarrolla. De hecho, se trata de una especie autóctona que no se reproduce ni cría igual fuera del entorno natural de Sanlúcar.

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El langostino de Sanlúcar es protagonista en restaurantes, tabernas y eventos gastronómicos de toda la ciudad, especialmente en la zona de Bajo de Guía, donde se sirve cocido, a la plancha o acompañado por una copa de manzanilla. Pero también es habitual que se comercialicen productos similares procedentes de otros caladeros, por lo que conviene saber identificar al original.

Saber reconocerlo no solo es un acto de buen gusto, sino también una forma de proteger un producto local, con identidad propia y tradición centenaria. Porque en Sanlúcar, el langostino no es solo un manjar: es parte del patrimonio cultural y marino de la ciudad.

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