La Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente, a través de la Dirección General de Política Forestal y Biodiversidad, ha lanzado un mensaje claro y didáctico a la ciudadanía: cuidar el litoral es una responsabilidad compartida, especialmente durante la temporada estival, cuando playas, dunas y otros ecosistemas costeros soportan una elevada presión por parte del turismo. El litoral andaluz, con casi 1.000 kilómetros de longitud, representa algo más del 9% del territorio de la comunidad y es el hogar del 35% de su población. A lo largo de este frente costero se reparten 484 playas, espacios que ofrecen ocio y disfrute a residentes y turistas, a la vez que albergan una enorme riqueza natural y ecológica.
El jefe del Servicio de Geodiversidad y Biodiversidad, Juan Antonio Martín, ha destacado que “nuestro litoral acoge hasta 60 hábitats de interés comunitario reconocidos por la Unión Europea, varios de ellos considerados prioritarios por su singularidad y su función insustituible dentro del ecosistema mediterráneo. Estos hábitats proporcionan servicios como la regulación del clima, el aprovisionamiento de recursos, el disfrute paisajístico o el legado cultural”.
Entre los hábitats más sensibles se encuentran las dunas con vegetación herbácea —las conocidas como dunas grises—, los enebrales y las dunas con brezales o piños piñoneros, todos ellos particularmente vulnerables al impacto humano. Martín ha señalado que “la acción del ser humano sobre estos espacios, especialmente el uso recreativo no planificado, genera un efecto directo en la fragmentación del hábitat, el pisoteo de especies vegetales, la pérdida de suelo, la entrada de especies exóticas invasoras o incluso el riesgo de incendios”.
Por ello, la Junta de Andalucía impulsa desde hace años, a través de la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente, el Plan de Dunas, una herramienta de conservación activa centrada en la protección de estos ecosistemas singulares. “El acondicionamiento de pasarelas, senderos y zonas de aparcamiento responde a la necesidad de ordenar el uso público sin renunciar al acceso a la naturaleza”, ha afirmado Martín. También ha indicado que “todas estas actuaciones buscan reducir la presión directa sobre los hábitats y favorecer la regeneración natural de las especies“.
La presión turística sobre el litoral andaluz es innegable. Según datos de la Consejería de Turismo y Andalucía Exterior, en 2024, aproximadamente uno de cada tres turistas que viene a Andalucía se aloja en establecimientos en el litoral, lo que supone doce millones de visitantes del total de 36,2 millones que recibió Andalucía el pasado año. A esta cifra hay que sumar a los residentes locales, que actúan no sólo como usuarios, sino también como guardianes del entorno.
“Contar con una ciudadanía consciente del valor ecológico de estas zonas marca la diferencia. Los residentes deben ejercer de anfitriones ejemplares, mostrando el camino hacia un uso respetuoso del litoral”, ha subrayado el jefe de Servicio. A su juicio, “la clave está en integrar el disfrute del entorno con la responsabilidad de conservarlo”.
Entre las principales recomendaciones que difunde el Plan de Dunas se encuentra la de utilizar exclusivamente las zonas habilitadas para el aparcamiento de vehículos, evitando estacionar en espacios que, aunque aparentemente vacíos, pueden albergar plantas en peligro o sus semillas. Asimismo, se insiste en acceder a las playas únicamente por los senderos o pasarelas señalizados, evitando abrir nuevos caminos que erosionen el terreno y dificulten su regeneración.
Protección de hábitats de especies amenazadas
“El uso descontrolado de las dunas como zona de tránsito o para colocar sombrillas y toallas impide que muchas especies logren completar su ciclo reproductivo”, ha advertido Martín. Es el caso del chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), un ave que nidifica en las dunas embrionarias y que encuentra aquí uno de los pocos hábitats viables para su reproducción.
La flora tampoco escapa a esta situación. Desde 2013, la Junta de Andalucía desarrolla un plan específico de conservación y recuperación de especies de dunas, arenales y acantilados costeros que incluye 35 especies vegetales amenazadas, nueve de ellas recogidas además en los anexos de la Directiva Hábitats de la Unión Europea. El plan contempla acciones de seguimiento de poblaciones, reforzamiento, revegetación, eliminación de especies exóticas y campañas de sensibilización.
Un ejemplar de flor azucena de mar en la provincia de Cádiz.
Según ha indicado Martín, “la recuperación de especies como la azucena de mar (Pancratium maritimum) está siendo posible gracias a estos trabajos, y al respeto de quienes transitan por las playas”. Así, ha añadido que “las semillas, que parecen pequeños trozos de carbón, son esenciales para la regeneración de la planta y deben permanecer en su entorno natural”.
También ha señalado que “la presencia de perros sueltos interfiere gravemente en la nidificación de aves como el chorlitejo, que se ve obligado a abandonar sus nidos ante la proximidad de personas o animales“. Por eso, recuerda que es imprescindible mantener a las mascotas controladas y recoger sus deposiciones.
Otro de los puntos críticos para la conservación son las zonas de dunas embrionarias y dunas con vegetación, en las que se pide evitar la instalación de sombrillas, toallas u otros enseres. “Limitar la estancia en la playa a las zonas de arena seca próximas al mar permite que estos espacios tan frágiles puedan regenerarse con el paso del tiempo”, ha expresado el jefe de Servicio.
En lo relativo a los residuos, ha llamado a la responsabilidad individual. “Aunque no haya papeleras cerca, llevarse la basura hasta casa o el vehículo es un gesto básico que marca la diferencia”, ha afirmado. En esa misma línea, ha señalado que “el uso del agua en duchas y lavapiés debe ser responsable, y siempre sin emplear jabones ni champús, ya que alteran la calidad del ecosistema marino”.
Prevención de incendios
La prevención de incendios constituye otro de los ejes del Plan. Desde la Consejería se recuerda que está prohibido hacer fuegos o barbacoas entre el 1 de junio y el 15 de octubre, y que se debe tener extrema precaución con colillas, mecheros u objetos que puedan provocar chispas. “En muchos puntos del litoral se han instalado captadores de arena, como mallas o cañas, que estabilizan las dunas. Esos elementos no deben ser movidos ni dañados, ya que cumplen una función esencial”, ha explicado Martín.
El Plan de Dunas se enmarca en la estrategia andaluza de conservación activa, cuyo objetivo es reducir el grado de amenaza de las especies catalogadas. “Avanzar en la mejora del estado de conservación de estas especies es un reto a largo plazo, y para lograrlo necesitamos también la colaboración ciudadana”, ha sostenido.
Además de las actuaciones físicas sobre el terreno, se desarrollan campañas de educación ambiental dirigidas a todos los públicos, tanto en centros escolares como en puntos de información en playas y espacios naturales. “Transmitir este mensaje con cercanía y claridad es fundamental para que la ciudadanía se sienta parte de la solución“, ha concluido.