Desde este miércoles 19 de marzo y hasta el 25 de abril, se podrá visitar en el Salón Entrepatios de la Diputación Provincial de Cádiz la exposición ‘La mirada de Muller sobre Vejer’. Esta muestra invita al espectador a recorrer la historia, la cultura y la esencia del municipio gaditano. Y todo, ha dicho la diputada provincial de Cultura, Vanesa Beltrán, desde “la mirada única” de uno de los fotógrafos más destacados del siglo XX: Nicolás Muller.
La diputada ha estado acompañada en el acto de inauguración de la exposición por el vicepresidente primero de la Diputación, Juancho Ortiz; la hija del autor, Ana Muller; el comisario de la muestra, José Ferrero Villares; y numerosos invitados y autoridades, entre las que se encuentra el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Vejer, Manuel Jesús Melero.
Vanesa Beltrán ha señalado que las 24 fotografías que componen este proyecto son “un tesoro artístico y documental”, por la habilidad de Muller para “redescubrir” Vejer e invitar a reflexionar sobre la importancia de conservar el patrimonio humano y cultural.
La exposición ha sido posible gracias a la colaboración de la hija del artista, Ana Muller, la asociación Arquitectura para la Gente y el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, que custodia el fondo con las fotografías del autor. En ese fondo se encuentran unas imágenes que en algunos casos “nunca se habían visto antes en positivo”, según destaca Ana, la hija de Nicolás Muller.
El comisario de la exposición, José Ferrero, ha conseguido con la disposición de las obras el Salón Entrepatios del Palacio Provincial, que el espectador pueda disfrutar del conjunto como si se tratara de un cortometraje, con una historia visual que comienza a la entrada del pueblo, continúa con un recorrido por el mismo y que se despide ya a la salida de éste.
Las fotografías tomadas por Nicolás Muller en Vejer corresponden a una pequeña estancia, pero a pesar de no ser un trabajo extenso tiene todas las cualidades que definen la calidad de su trabajo. Es reseñable la composición equilibrada y su habitual disposición de las diagonales que dan movimiento y vitalidad a la escena. Las personas son siempre el eje principal de su composición aunque ocupen un pequeño espacio en la misma. Especialmente orgulloso estaba Muller por la serie de fotografías realizadas al molino y al molinero de Vejer, icono de esta villa que todavía se mantiene en pie. Asimismo, registra la dificultad del transporte de mercancías que se realizaba con animales de carga. En muchas de sus imágenes aparecen los niños envueltos en juegos o de camino a la escuela.
Con esta exposición, más allá del valor artístico de las fotografías que la componen, se establece un punto de partida para la reflexión y el debate en temas tan actuales como el turismo, la arquitectura sostenible o la pérdida de los saberes tradicionales.
Sobre el autor
Nicolás Muller, nacido en Orosháza (Hungría) en 1913, se ve obligado a abandonar su país ante el avance del ejército nazi. Fallece en Llanes (Asturias) en el año 2000.
Licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas, ya desde muy joven muestra su interés por la dura situación que sufren los trabajadores en su país, y más especialmente los que lo hacen en el medio rural. Junto con otros compañeros de universidad formará un grupo denominado ‘Los descubridores de aldeas’, que les llevará a documentar y denunciar las terribles condiciones en las que desarrollan su actividad estos trabajadores y sus familias. Editan varios folletos y libros en los que las imágenes correrán a cargo de Nicolás Muller. La repercusión de estos documentos provocará el hostigamiento del gobierno, e incluso, en algunos casos, algunos miembros llegarán a ser encarcelados por denunciar estas injusticias.
En 1937 abandona Hungría y recala en Francia. Ya ha decidido que su profesión no será la de abogado sino la de fotógrafo. En París va a coincidir con Robert Capa, Brassaï, exiliados húngaros y de otros países. También llega a conocer a Picasso, que mostrará admiración por sus fotos y se las querrá comprar.
En Francia publica las imágenes que había realizado en Hungría y trabaja para varios medios franceses entre ellos: Regards, Paris Match, Paris Plaisirs, Plaisirs France, Mundo Latino, Editions Hyperion y France Magazine.
En 1939 se declara la guerra entre Alemania, Francia e Inglaterra, por lo que es obligado, de nuevo, a irse para evitar el conflicto. Esta vez su destino será Portugal. En el país luso su estancia será muy breve ya que al ser descubierto por la policía de Salazar realizando fotografías a hombres y mujeres trabajando en condiciones penosas, es encarcelado y obligado a abandonar el país.
El nuevo destino será Tánger (Marruecos) a donde llega en diciembre de 1939. Aquí pondrá en marcha su primer estudio fotográfico dedicado a todo tipo de fotografía: social, prensa, documental, etc. En Tánger, entre los diversos trabajos que realiza están varias publicaciones para el gobierno de España. Allí toma contacto con Fernando Vela, secretario de Ortega y Gasset, quien le anima a que se traslade a España. Algo que finalmente hace en 1948.
Se instala en Madrid y pone en marcha su nuevo estudio. El contacto con los intelectuales de la época le permite retratar a muchos de ellos. Especialmente celebrado es su retrato de Pío Baroja, pero también de Azorín, Cela, Eugenio D’Ors, etc. En 1961 recibe la ciudadanía española. Alterna su trabajo de estudio con múltiples encargos, entre ellos el de varios libros para la editorial Clave que se realizan con la intención de dar una visión avanzada de la sociedad española para hacerla atractiva al turismo. Por tal razón se desplaza por todo el territorio nacional fotografiando los paisajes, los monumentos y a sus gentes. Uno de esos desplazamientos le llevará a fotografiar los pueblos de la provincia de Cádiz, y entre ellos a Vejer de la Frontera.