lunes, 28 julio 2025

El yacimiento del Cerro de la Merced de Cabra, protegido como Bien de Interés Cultural

Esta zona arqueológica destaca por la singularidad de sus edificios, la riqueza de los materiales y el excepcional estado de conservación del conjunto arquitectónico

La Consejería de Cultura y Deporte ha incoado el procedimiento para inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (CGPHA), como Bien de Interés Cultural (BIC), con la tipología de Zona Arqueológica, el yacimiento del Cerro de la Merced, en el municipio cordobés de Cabra. La larga historia del yacimiento, la novedad tipológica y la singularidad de sus edificios íberos, la riqueza de los materiales y la conservación absolutamente excepcional del conjunto arquitectónico, justifican la convivencia de proceder a la protección del complejo.

El yacimiento conocido como Cerro de la Merced se encuentra sobre una elevación de forma cónica situada a unos cinco kilómetros al Este de la población de Cabra. Su ocupación abarca una horquilla cronológica que se inicia en el Calcolítico, o quizás incluso en el Neolítico Final, y concluye como tal en época medieval islámica. Sin embargo, zanjas de saqueo fechadas a mediados del siglo XVII muestran la continuación en la zona de actividades humanas de relevancia histórica.

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A pesar de ello, el periodo más importante del enclave se sitúa en la época íbera, entre los siglos V y II a. C, cuando pudo albergar un complejo arquitectónico monumental de carácter aristocrático, muy distinto a la arquitectura doméstica íbera. Por tanto, no se trata, como se creyó hasta 2012, de una simple atalaya o ‘recinto torre’, sino que es un yacimiento de una tipología inédita en la región. Es posible que el complejo, fuera a finales del siglo III, la sede del poder de un ‘señor de la guerra’ o un noble íbero.

Así, en la cima del Cerro de la Merced se construyeron, entre los siglos V y II a. C., una serie de estructuras arquitectónicas complejas, acompañadas de espacios aterrazados, rampas y escalinatas, concebidas para ser vistas desde el llano, como elementos de representación y ostentación. De hecho, fueron levantadas para ser muy visibles desde la ruta que conecta la Campiña del Sur de Córdoba con el interior de las Sierras Subbéticas.

Durante ese periodo se sucedieron varias etapas constructivas de extraordinaria monumentalidad y relevancia arquitectónica, configurando una tipología de gran singularidad. En su fase más antigua, y tras allanar la cima del cerro, se alzó un monumento de sillería decorado con cornisas y relieves vegetales de gran calidad, cuyas piezas fueron posteriormente reutilizadas para muros. En esa época, se levantó, además, un gran edificio de planta cuadrada que pudo tener función cultural, como posible santuario.

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Este edificio monumental fue profundamente remodelado en una fase posterior, engordando sus muros perimetrales con un aparejo ciclópeo, compartimentando su interior y añadiéndole una segunda planta; formando parte de un gran complejo que incluía una terraza perimetral contenida en la ladera por muros ciclópeos, edificios secundarios y una excepcional escalinata de piedra.

El estado de conservación del edificio principal es excepcional, a la vez que delicado, con alzados en adobe sobrealzando grandes zócalos de piedra que a menudo sobrepasan los dos metros de altura, y en algún punto llegan casi a los cuatro, y mostrando hiladas mechinales a unos dos metros de altura que indican la segunda planta. Los materiales hallados en las excavaciones realizadas (armas, elementos de indumentaria, cerámica importada ática y helenística, vasos de mesa y de almacenamiento, molinos…) evidencian las diferentes actividades realizadas en el lugar.

Ambos edificios, en su cronología, disposición y volumen, no tienen paralelos cercanos en la Alta Andalucía, pero remiten a precedentes del periodo Orientalizante Tardío en el Bajo Guadalquivir o Extremadura, y también en el Levante peninsular.

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